lunes, 14 de noviembre de 2011

3wacher mabruka


Tranquilos que no me pasa nada en la boquita ni me ha poseído ningún espíritu maligno ni nada por el estilo. En la entrada de hoy os voy a contar el por qué de esa frase y también os quiero hablar un poco de una de las mayores fiestas que hay dentro del mundo musulmán el Aid kbir.

La frase que da título a la entrada de hoy, está transcrita al dariya (fonéticamente sería algo así como <aaguasher mabruka>), significa “felices fiestas”, y en el día de hoy no podría deciros exactamente cuántas veces la he oído, pero os aseguro que muchas más de las que podría recordar, incluso muchas más veces de las que he podido llegar a oír esa felicitación en mi pueblo. El motivo es que hoy, después de varios días de vacaciones, ha vuelto la normalidad, la añorada rutina diaria, la vuelta al tajo.

Como os digo hoy ha vuelto la normalidad al día a día, después de haber podido disfrutar de varios días de descanso, los cuales aproveché para comenzar este relato diario de mi experiencia, hoy los niños y los trabajadores del centro de día han retornado después del Aid kbir, de la fiesta grande del Islam, de la fiesta del sacrificio del cordero. La verdad es que ha sido una alegría ver las caras de los chicos esta mañana, se les veía a todos radiantes de felicidad, para que os hagáis una idea esta fiesta, la traducción literal es la Fiesta grande, viene a ser como las navidades para nosotros, días en los que se juntan las familias y en las que se reencuentran hermanos y padres que el resto del año viven separados.

La fiesta en sí consiste en el sacrificio de un jauli (cordero), siguiendo un ritual establecido, y en la celebración de varios días de comidas familiares de la carne de dicho animal, acompañando esas comidas con toda clase de dulces, ensaladas, patatas, té… Normalmente cada familia compra un cordero para el sacrificio, su precio ronda aproximadamente los 1800 dh, unos 180€, pero en el caso de que una familia no pueda permitírselo pueden comprar a medias el cordero, y así poder permitirse celebrar la fiesta.

Os daré un dato para que tengáis un poco de perspectiva al respecto de lo que supone un cordero para una familia, el salario medio marroquí para un persona que trabaje en una fábrica de manera legal, es decir, con su contrato de trabajo y sus derechos y todas esas cosas, ronda los 1800dh, así que como es fácil de adivinar para poder comprar un cordero para la fiesta hay que emplear todo el sueldo de un mes, lo cual implica que el resto del mes, a no ser que tenga algo ahorrado de meses anteriores, están a verlas venir, en esto quizá no somos tan distintos a uno y otro lado del Estrecho. Además son días en los que, como en nuestras navidades, los precios de los productos suben ante la demanda de alimentos de primera necesidad para estas fiestas: tomate, patata, cebollas… vaya que parece ser que al final tenemos muchas más cosas en común de las que nos podíamos imaginar.

Os cuento como he celebrado yo el Aid kbir estos días, para empezar aquí es costumbre tener el cordero en casa los días antes de la fiesta, con todo lo que ello supone: darle de comer, tenerle un sitio donde guardarlo, los olores que el animalito desprende y todas esos inconvenientes por los que a nosotros en nuestras casas jamás se nos ocurriría meter un cordero. Era muy normal los días previos ver las terrazas de las casas con los corderos campando a sus anchas por ellas ignorando, pobrecitos, el final que les esperaba, incluso algunos sacaban a pasear el cordero a la calle como si de un perro se tratara.

El día del sacrificio, propiamente el día de la fiesta, pude asistir al ritual en la casa que las Misioneras de la Caridad, las hermanas de la Beata Madre Teresa de Calcuta, tienen aquí en Tánger, en la calle principal del zoco (por su puerta llegan a pasar al cabo del año miles de turistas ajenos a la realidad que tras sus puertas se esconde). Esa mañana cuando iba temprano camino de su casa me daba la sensación de estar transitando por una ciudad fantasma. En Tánger una gran mayoría de sus habitantes son de fuera, trabajadores que han emigrado para trabajar en sus industrias o gentes del campo que vienen a la ciudad en busca de prosperidad, y aprovechan estos días para regresar a sus lugares de origen y celebrar en familia tan importante acontecimiento.

Como digo las calles estaban desiertas, jamás en todos los años que llevo viniendo me había encontrado un panorama así ni siquiera cuando he ido por la mañana muy temprano a comprar el pan. Cuando llegué a la casa de las hermanas ya estaba allí el matarife encargado de llevar a cabo el sacrificio a la manera halal, las hermanas acompañadas por las residentes de la casa tenían ya todo dispuesto para comenzar.

No os voy a narrar minuciosamente cómo fue el momento del sacrificio, pero para que os hagáis una idea no es muy distinto a una matanza tradicional. Sí que os comentaré que en todo momento me mantuve al margen del ritual, asistiendo a él como mero espectador pues el hecho de que en algún momento del sacrificio hubiera tocado al cordero supondría que la carne de este no fuese halal, pues a ojos de Allah yo soy un infiel.

Posteriormente, y encaramado al campanario de la casa, puede observar cómo en cada terraza, dónde había estado campando a sus anchas un jauli, estaban siguiendo el mismo ritual al que yo había asistido. Las familias enteras, desde los más pequeños a los más mayores, contemplaban sin ningún tipo de reparo tan sangriento acontecimiento.

Una vez sacrificados los animales, y desprovistos de su lanosa piel, se comenzaba a preparar la carne para la posterior fiesta, el primer día se comen las vísceras del animal, aderezadas con todo tipo de especies y cocinadas a la brasa a modo de pinchitos, y la carne se deja colgada durante uno o dos días para que se desangre por completo. Yo tuve la suerte de compartir ese día la comida con las hermanas de la casa y con las residentes, ese día para mí ellas fueron mi familia con la que compartir tan señalada fecha y con quienes vivir una fiesta tan importante para la gente con la que convivo día a día, me gustó sentirme y sentarme como uno más a la mesa.

Me despido ya por hoy pidiendo perdón si a alguien le han hecho daños las imágenes que acompañan esta entrada. A partir de hoy la actualización del blog será por las noches que es cuando tendré más tiempo para sentarme delante del ordenador a escribir la crónica de lo que voy viviendo y experimentando.

Un fuerte abrazo a todos y sed felices.

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