domingo, 8 de enero de 2012

La cuesta de enero

Me consta que hoy es un día muy complicado para muchos de los que leéis el blog, concretamente para los universitarios, aquellos que estudiáis fuera de vuestras casas y que mañana volvéis a las clase, volvéis a vuestra vida fuera de casa, a esa independencia momentánea que te da la posibilidad de estudiar lejos del hogar familiar, lejos de la vigilancia, casi policial, de los padres.
Tomemos consciencia del punto de partida para trazar nuestra ruta.
Además de la dureza de la vuelta, después de dos semanas largas de vacaciones, en las que más de uno, yo incluido, ha aprovechado para disfrutar de las comidas caseras, de la comodidad del hogar familiar, del cariño de la familia y el reencuentro con los amigos, debemos sumar la dureza del período que se les abre por delante, a modo de montaña rusa vertiginosa, que son los exámenes, para algunos la primera piedra de toque en su vida universitaria, para otros la única manera de que se pongan en serio con los libros, para que se hagan conscientes de que vivir fuera de casa de vez en cuando también conlleva ciertas exigencias, yo era de estos últimos.
 
... y encima exámenes, se junta todo.
Yo tengo un recuerdo muy amargo de esos meses de enero que pasé cuando estudiaba fuera de casa, se me juntaban muchas sensaciones y en ocasiones la tristeza se instalaba en mi vida, eran días en los que todo se me hacía pesadísimo, días en los que cualquier cosa me costaba horrores hacerla, era una auténtica pesadilla, era la cuesta de enero.
 
Para todo el mundo el inicio de año supone un esfuerzo severo, en diferentes planos vitales, para muchos es el momento de ajustar los presupuesto para compensar los excesos cometidos en las fiestas, para otros supone el esfuerzo diario por sacar adelante unos estudios, para otros, una gran mayoría, supone un agobio comprobar que un año más acaba de pasar y no han conseguido lo que buscan en la vida, a partir de cierta edad esto empieza a ser una agonía, seguro que todos conocéis gente que piensa que por tener cierta edad ya deberían tener en su vida una serie de cosas que en ese momento no poseen, yo a estos les digo que todo llega, y que nunca es tarde para las cosas que nos hacen felices.
 
En diferentes planos vitales todos tenemos una cuesta por delante este mes.
Soy consciente de que los días que están por venir son muy duros, pero creo que a veces el problema es no saber cómo hay que subir una cuesta. Una vez escuché a un aficionado a las rutas senderistas que las cuestas hay que subirlas como un viejo para terminarlas como un niño, y ahí es donde creo que radican muchos de los problemas que se nos plantean en la llamada cuesta de enero.
 
Y es que en la mayoría de las ocasiones nos obcecamos en encontrar una solución a nuestros problemas en el instante mismo en que nos surgen, no nos damos cuenta de que muchos de los problemas que se nos plantean son de largo recorrido, y que como muchas cosas en la vida requieren su tiempo de maduración y que, probablemente, lo que en un momento nos parece un problema insalvable con el paso del tiempo, y con la calma de saber que tarde o temprano encontraremos la solución, se convierte en un problemilla sin importancia y fácilmente resoluble. A veces no dejamos que las situaciones adquieran el sosiego necesario, un amigo me contó hace un tiempo que los problemas son como un vaso de agua que se vierte, en el momento en que se vierte todo es confusión, el agua se derrama violentamente en un primer momento, y evitar que lo haga es prácticamente imposible, pero poco a poco el agua va buscando el equilibrio, para terminar completamente calmada, y entonces es muy fácil solucionar el problema, todo resulta más sencillo si dejamos que los problemas adquieran su forma definitiva.
 
A veces nos agobiamos en exceso por no encontrar rápidamente la solución a los problemas.
 Desde aquí hoy quiero mostrar mi apoyo incondicional para todos aquellos que estáis inmersos en la ascensión de vuestra particular cuesta de enero, mucha suerte para los estudiantes, mucho conocimiento para los que estáis en período de subsanar los excesos navideños, y mucha paciencia para los que os enfrentáis a otro tipo de problemas o situaciones que hagan que vuestra vida en estos momentos sea una cuesta arriba que parece no tener fin, creedme que todas las cuestas tienen un final, sólo necesitamos subirlas pasito a pasito para llegar a conquistarlas y llegar fuertes al final, no intentéis subirlas de forma rápida, a grandes zancadas, pues probablemente terminéis agotados a mitad del camino.
 
Un abrazo muy fuerte para todos y ¡¡SED FELICES!!

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