jueves, 8 de marzo de 2012

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Si de algo me están sirviendo estos meses que llevo en Tánger es para comprobar, mejor dicho para constatar que la vida es siempre una cuestión de actitud, de la manera en la que cada uno afronta sus problemas y sus miedos, esa manera de ser y de estar es la que condiciona el transcurrir de la vida, el éxito o no en el camino hacia la felicidad.

Ciertamente me sorprende la manera de afrontar algunas situaciones difíciles por parte de la gente con la que estoy coincidiendo, por poneros un par de ejemplos cada miércoles cuando voy a las duchas de los niños de la calle les pregunto que cómo están y que cómo les ha ido la semana, y a día de hoy está por la primera vez que no me hayan contestado que bien hambdoullah, gracias a Dios. Otro ejemplo de esto que os estoy contando lo encuentro también en las madres de los chicos beneficiarios del centro de día que siempre me responden con alegría y de manera sincera que todo les va bien.
Nuestra felicidad depende en gran medida de la capacidad de ser positvos que tengamos.

Evidentemente soy consciente de que no les va bien, si no no estarían durmiendo en la calle, unos, o teniendo que ser ayudadas porque sus familias se desentienden de ellas, las otras, pero me parece una cosa admirable el buen talante que tienen para afrontar los problemas y lo sencillo que les resulta relativizar aquellas cosas que no son importantes, sorprende ver a madres de chicos que no tienen practicamente nada venir a recogerlos y hacerlo siempre con una sonrisa en los labios, supongo que es de las pocas cosas que siguen siendo gratis y que puede tener cualquier persona que esté dispuesta a hacer de sus problemas un grano de arena y no una montaña.

Especialmente curioso me resulta el caso de las Misioneras de la Caridad, como hoy ha vuelto a ser miércoles he vuelto a compartir un rato con ellas y otra vez han vuelto a darme una lección sin decirme una sola palabra, única y exclusivamente con su ejemplo de vida. Y es que a estas mujeres parece que la sonrisa se la fijaron cuando eran pequeñas y nunca jamás la pierden, por más dura que pueda ser la situación que les presentan siempre tienen ese gesto amable en la cara para aquellos que vienen a solicitarlas su ayuda. Parémonos a pensarlo un momentito, parece bastante lógico que tengan esa actitud, pues imagino que quien viene solicitando ayuda siempre se sentirá más agusto y más tranquilizado si se encuentra con una persona sonriente y abierta al diálogo que si se encuentran a alguien con cara larga y al que parece que la petición de ayuda le incomoda, bastante graves pueden llegar a ser las situaciones que se le plantean a las monjas como para no afrontarlas con una sonrisa, esa que a veces hace que quien viene a plantearnos un problema y recibe como respuesta una sonrisa le sirva para quitarle hierro al asunto, para comprobar que todas las cosas que tienen solución no son un problema.

Yo por mi parte procuro ver siempre el lado positivo de las cosas, no siempre es fácil, pues creo que es una manera de seguir en el camino correcto hacia la felicidad, pues como he comentado alguna vez con algunos amigos la felicidad no es un estado es más bien una actitud, la actitud de mostrarse siempre cercano en el trato y afable a la hora de escuchar los problemas de los demás. Yo también procuro decir que todo va bien cuando me preguntan, básicamente porque es cierto pues no tengo motivos para decir lo contrario, pues como dice la canción del Dúo Dinámico: "... cuando los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie", a pesar de recibir soplos que pudieran hacerme caer, procuro mantenerme siempre arriba, haciendo de mi actitud un modo de vivir, una manera de ser positivo ante la realidad.

Un fuerte abrazo a todos y ¡¡SED FELICES!!

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