martes, 13 de marzo de 2012

Soy lobo

En una de las muchas cosas en las que he dedicado mi tiempo y mis esfuerzos antes de venirme a Tánger, a vivir este regalo de experiencia que estoy pudiendo disfrutar, estuve entrenando al baloncesto en mi pueblo, en Don Benito. Allí he tenido la suerte de conocer a mucha gente, de aportar mi granito de arena con mis virtudes y defectos para fomentar la práctica del deporte entre los más jóvenes y para aprender hasta dónde llega la pasión por un deporte con los más veteranos.

Como digo dentro de esa faceta he tenido la suerte de conocer a muchísima gente, la gran mayoría muy buena y con los que me encanta compartir un rato cada vez que puedo, hemos traspasado la relación deportiva para forjar verdaderos lazos de amistad, forman ya parte del compendio de nombres que siempre llevo conmigo. Este año a pesar de la distancia sigo pendiente de la trayectoria de los equipos y sufro con ellos desde la distancia cuando veo que las cosas no salen como debieran. Dentro de toda esa gente está un amigo que el primer año que estuve en el club me ayudó a integrarme y del que aprendí muchas cosas, tanto a nivel deportivo como a nivel vital. Él fue el que me dejó un libro en el que leí una frase que a día de hoy cobra especial sentido dentro de esta experiencia.
La fuerza de la manada está en el lobo, y la fuerza del lobo está en la manada.

La frase en cuestión es de Rudyard Kipling y dice así: "Porque la fuerza de la manada está en el lobo, y la fuerza del lobo está en la manada". Probablemente a alguno esta frase no le diga absolutamente nada pero para mí esta frase tiene un significado muy especial, más allá del sentido más o menos literal, que ahora os comento.

Para mí la frase en cuestión refuerza mi perspectiva sobre la importancia de compartir la vida, de ser un miembro más de un colectivo que lucha, vive, sufre y vibra por cosas similares, es decir, de la importancia que tiene saber formar parte de un equipo, de una comunidad en la que uno coge las fuerzas necesarias para afrontar el día a día, el trabajo, a veces tan cansino como rutinario, que resulta más llevadero sabiendo que uno comparte la carga con el resto de la "manada".

Estos días que estoy pasando lejos de mi manada me estoy dando cuenta de lo mucho que echo de menos esos momentos de vida compartida, esos pequeños instantes que cada día hacen que uno recobre las fuerzas para continuar con la tarea, en definitiva, ese apoyo mutuo en el que, supongo que para todos será, si no igual, parecido, coger el impulso necesario para no desfallecer en el trabajo diario, dándole una perspectiva diferente a nuestro trabajo.

Ciertamente esta semana formo parte de una manada diferente, en la que también estoy intentando coger las fuerzas necesarias para seguir caminando con paso firme hacia delante. Es una manada en la que me siento querido, apoyado y arropado pero de una manera distinta a la otra en la que además de todo eso tengo la oportunidad de compartir otros aspectos, a día de hoy imprescindibles, de mi vida.

No sé si aquellos que leéis el blog os sentís parte o no de una manada, si sentís la necesidad o no de compartir vuestras vidas para coger las fuerzas necesarias o por el contrario sois lobos solitarios que luchan de manera independiente por su supervivencia, yo a día de hoy y tras haber probado estar en ambos lados no tengo ninguna duda de que prefiero coger la fuerza en la manada.
Martes 13 de marzo de 2012, un gran día.

Fue martes y trece, un día tabú para aquellos que creen en supersticiones y en leyendas negras, sin embargo para mí ha sido un día magnífico, un día que terminará en un rato con la sensación de haber sido un gran día en el que una vez más descubrí la importancia de vivir en comunidad.

Un fuerte abrazo a todos y ¡¡SED LOBOS FELICES!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario