domingo, 8 de abril de 2012

Egerthe

Como no podía ser de otra manera, en la entrada de hoy me gustaría compartir con todos vosotros la alegría de la Resurrección, de la victoria de la Luz sobre las tinieblas, de cómo hoy se rompen las cadenas de la muerte y resucitamos todos como hombres nuevos, hombres llenos de vida que tenemos la misión de iluminar el mundo y traer la buena noticia de la salvación. Para ello me he querido hacer eco en el título de la entrada de las palabras que ayer sábado pude escuchar de boca del arzobispo de Tánger, Monseñor Santiago Agrelo O.F.M., quien nos comentó que a modo de tradición hoy en Grecia, donde siguen hablando la lengua de los tiempos de Cristo, la gente se saluda con ese mensaje: "Egerthe", que traducido signifiaría algo así como "porque resucitó".
¡¡Resucitó!! ¡¡Venció a la muerte!!
Como he venido haciendo en los últimos días, esta entrada no va dirigida única y exclusivamente a gente creyente sino que va dirigida a todos, pues no creo que la razón de ser de la religión, de la vivencia de la fe, tenga que ser algo exclusivista sino que más bien debe de ser algo abierto a todos, pues aunque alguno no lo crea sin pretenderlo puede estar siendo testigo y voz de la Resurrección, puede estar siendo un evangelio vivo a pesar de no creer, pues desde mi modo de entender y vivir la religión creo que más allá de profesar una fe y cumplir con una serie de preceptos lo más importante de todo es amar a los hermanos de manera incondicional, como decía el otro día creo que en el amor creemos todos, y verdaderamente ese es el punto de unión de todos, creyentes, agnósticos y ateos. 

Establecido el punto de partida me gustaría compartir con vosotros algunas sensaciones y reflexiones acerca de la festividad que hoy celebramos todos los cristianos y que, sin ninguna duda, es la más importante de todas las que celebramos en el año, pues supone la razón de ser, el elemento central de toda nuestra fe, la confianza en que todo se puede vencer si tenemos fe en Dios, incluso la muerte. 
Cada vez que extendemos las manos para ayudar a los más necesitados, Dios resucita en nosotros.
Lo primero que me gustaría compartir es una percepción personal al respecto del tema de la Resurrección, y no es otra cosa que compartir, con aquellos que leais esta entrada, que a día de hoy Cristo sigue resucitando, y no sólo todos los Domingos de Pascua si no todos los días del año, cada vez que alguien se remanga y se pone a trabajar por los demás, cada vez que alguien decide entregar su vida al servicio desinteresado a los demás, cada vez que una mano se tiende para ayudar al hermano más pobre, al que sufre de manera inocente, Cristo resucita en esa persona, sea creyente o no, vuelve a la vida, sí sí como lo estais leyendo, porque, como en otras ocasiones me habreis podido leer, Dios está vivo, está en los pobres, en los que sufren, y cuando ante esas situaciones los corazones se remueven y se ponen a trajabar para aliviar esos sufrimientos, Dios está en los corazones de quien de una manera valiente y apasionada decide trabajar por los demás, abandonar sus comodidades y lanzarse al servicio por los más necesitados.
Nosotros debemos ser los actores principales de nuestra resurrección, debemos romper nuestras cadenas.
Por otro lado no podemos permanecer ajenos a la Resurrección, me explico. No podemos cometer el error de dejar que sea Cristo el que resucite por nosotros, no no si hacemos eso no hemos entendido nada y estamos cometiendo un grave error, debemos ser nosotros mismos los que nos sumemos a esa victoria sobre la muerte. Nos corresponde a nosotros, de manera personal pues no puede hacerse de otra manera, cortar las cadenas que nos atan a nuestras oscuridades, a nuestras tinieblas, aquellas cosas que tenemos en nuestras vidas y que nos impiden alcanzar la felicidad y el gozo, que al fin y al cabo es lo que nos hace, en muchas ocasiones, estar muertos en vida. En este sentido también se suman los que no creen en Dios, pues esas cadenas que nos impiden alcanzar nuestros objetivos vitales, alcanzar la felicidad, las tenemos todos, profesemos o no profesemos la misma fe, incluso los que no creen en nada también se ven sometidos a las ataduras de muchas cosas que les lastran en su camino hacia la realización personal, hacia la felicidad, sumiéndolos en muchas ocasiones en depresiones y angustias, que no son otra cosa que las manifestaciones de estar muerto en vida, de estar padeciendo la vida en lugar de disfrutarla.
Una vez resucitados debemos unirmos para ser una llama comunitaria que ilumine a los que permanecen en tinieblas.
Una vez aceptado esto, que debemos ser nosotros actores principales en nuestra propia resurrección, y habiendo dado todos los pasos necesarios para ponerlo en práctica, es el momento de unirnos como hombres y mujeres nuevos, hombres y mujeres resucitados, hombres y mujeres que han sido capaces de romper esas cadenas de tinieblas y muerte, y que con una fuerza arrolladora seremos capaces de hacer que todo cambie, que todo resucite, seremos portadores de buenas noticias para los más necesitados, seremos sal y luz para todos aquellos que permanezcan en la oscuridad, seremos, en definitiva, imagen viva y palpable de que "nada hay imposible para Dios" Lc. 1, 37. Os invito a todos a escuchar la canción del enlace y a hacerla propia para ponernos en el camino.
El sol de Pascua sobre Tánger, ha venido para acariciar los corazones de todos los que vivimos aquí.
Pasó la Semana Santa, un año más, y ya van unos cuantos, aquí en Tánger. Ha sido una semana intensa de meditación, reflexión y profundidad en el discernimiento de los misterios de Cristo, una semana en la que la mayor parte de ella hemos estado acompañados por las tinieblas y la lluvias de estos días pero que a modo de capricho, no creo que sea casualidad, han sido vencidas hoy, Domingo de Resurrección, para dejar que una vez más el sol acaricie la ciudad, y por extensión los corazones de todos los que en ella vivimos. No quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer desde este espacio, que no sé si alguno de ellos lo leerá, a la gente de la Comunidad Hombre-Lucha por su ejemplo como comunidad cristiana comprometida, como espejo en el que mirarse a la hora de ser un cristiano que está dispuesto a anunciar cada día, desde la perspectiva de cada uno de ellos, que otro mundo mejor es posible, un mundo en el que los hombres y mujeres nuevos, unidos en comunidades como la suya, sean luz y altavoz del mensaje de Cristo que no es otro que amarnos unos a otros como hermanos, sin mirar colores de piel ni creencias religiosas o políticas.

Un fuerte abrazo para todos, ¡¡SED FELICES!! y ¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!

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