jueves, 12 de abril de 2012

La alegría de la derrota

Vaya por delante que la entrada de hoy no es, ni muchísimo menos, una justificación del fracaso, sino más bien un comentario didáctico de los matices positivos que uno puede encontrar en la derrota, en los batacazos, que por suerte o por desgracia todos tenemos en la vida, porque me gustaría que todos fuésemos conscientes de que la victoria es algo que todo el mundo está dispuesto a abrazar, aunque está reservada a unos cuantos, mientras que la derrota es la otra cara, algo de lo que todos huímos y que, sin embargo, suele ser más accesible para todo el mundo, motivo por el cual es necesario encontrarle el sentido, disfrutarla y abrazarla como algo único e importante.
 
Son más los que pierden que los que ganan, por eso debemos aprender de las derrotas.
Ayer perdimos, sinceramente no era lo que esperaba aunque estaba perfectamente preparado para ello. Analizando el partido encontré los motivos por los que perdimos, básicamente perdimos porque nos olvidamos de la razón por la que jugábamos, es decir que nuestra principal derrota fue en cuanto a la manera de afrontar la situación. Los partidos del torneo se han planteado como un regalo, como un espacio de convivencia con chavales de otras asociaciones en el que canalizar a través del deporte los valores trabajados de educación, respeto, compañerismo, esfuerzo colectivo, trabajo en equipo...y lo de ayer fue de todo menos eso, más que un juego lo que sucedió ayer fue una batalla, más próximo a un enfrentamiento entre ejércitos que a un partido de fútbol de niños. 

La tensión generada en torno al partido se fue de las manos llegando a situaciones totalmente contrarias a las que se prentendía cuando, con la mejor intención del mundo, comenzamos a barajar la posibilidad de convocar el torneo. Por más que lo intenté, y esa es la mayor derrota que sufrí ayer, no fui capaz de transmitir a los chavales que lo importante era que ellos disfrutasen del partido, que jugaran por el simple objetivo de pasárselo bien, que no se fijaran tanto en el tamaño de los rivales como en la suerte de poder hacer una actividad diferente arropados por la legión de animadoras que, dando el mayor ejemplo de lo que pretendíamos, estuvieron animando sin cesar un instante desde el primer minuto hasta que el árbitro pitó el final del último partido. Me frustró la reacción de los chavales de mi equipo pues comprobé que no habían entendido el motivo por el que jugábamos. De la actitud del otro equipo no soy quien para hablar de ellos, además no me preocupa lo más mínimo los objetivos que ellos quisieran alcanzar con el juego.
Más que un campo de fútbol pareció por momentos un campo de batalla.
Dicho lo cual nos dieron una paliza soberana en los partidos de fútbol que jugamos contra los equipos de la asociación "Al basma", pero más allá del resultado, que para mí fue lo de menos, aunque por muchos instantes creo que fue para el único para el que no importaba, me quedo con la alegría de haber sido fiel, desde el principio hasta el final, al objetivo que pretendía buscar con los partidos, no sé si en el momento alguien lo entendió, a posteriori me consta que más de uno entendió y compartió mi manera de hacer las cosas. En ningún momento pensé en traicionar mis objetivos por el simple hecho de ganar, pues de haberlo hecho entonces sí que habría perdido, entonces habría sido uno más de los que priman el fin a los medios, hubiera sido uno más de los que prefieren ganar a cualquier precio que buscar el camino de educar en la derrota. 

Espero que, cuando se le pase a los chavales la amargura que te deja peder, sepan valorar las cosas vividas a través de la derrota, que valoren que todos jugaron y participaron, los buenos y los malos, que sepan ver que sólo cuando decidieron que era más importante jugar que ganar fue cuando disfrutaron de la oportunidad, que analicen el hecho de que cuando jugaron en equipo fue cuando pusieron en verdaderos problemas al otro equipo, y, por último, que sean conscientes de que para su entrenador, su mudarrib, siguen siendo el mejor equipo del mundo, capaces de jugar contra chavales mucho más grandes que ellos dando una lección de que es preferible perder y disfrutar que ganar y traicionar el objetivo.
Los modelos de los niños no pueden ser caricaturas, si no verdaderos ejemplos que seguir.
 En un día y en una situación como la de ayer me alegro de que, al contrario que lo comentado por un famoso futbolista ayer por la noche, ejemplo para muchos de los que jugaron ayer los partidos en cuestión, en mi diccionario sí que existe la palabra perder, de hecho es una de las que más veces leo pues quien no sabe lo que es perder nunca podrá valorar como se debe lo que es ganar y no será consciente de que ganar no siempre es no perder.

Un fuerte abrazo, en la derrota compartida, para todos y ¡¡SED FELICES!!

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